Este proyecto intenta ahondar de manera intimista en la fase del nacimiento del “yo” tanto físico como psíquico, a través  de retratos en blanco y negro usando un espacio cotidiano como único escenario.
Es un volver emocional a ese lugar extraño, confuso, desolado y perdido en el que nos encontramos tras pasar la niñez y en el que permanecemos hasta alcanzar la madurez. Es un viaje empático de vuelta a esa desubicación tanto del cuerpo como de la mente, donde ambos se mantienen a flote siendo entes separados a los que les cuesta un mundo formar un único ser. Es un intento de crear un universo de conexión entre mi generación y la de mi hijo para reaprender de la mano y construir nuestro "yo"-"nosotros".
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